La batalla de los inmigrantes

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Por Gina Montaner.- En muchas ocasiones la ficción le pisa los talones a la realidad más inmediata. Acaba de ocurrir con el estreno del filme Una batalla tras otra, dirigido por el cineasta estadounidense Paul Thomas Anderson. Lo más interesante es que se trata de una versión libre de la novela de Thomas Pynchon Vineland, publicada en 1990 y cuyo argumento concuerda con acontecimientos que actualmente acaparan titulares en los medios.

Pynchon, famoso en Estados Unidos por su empeño en llevar una vida de recluso a pesar de ser un autor de culto con muchos seguidores, escribió el libro en la era de la presidencia de Ronald Reagan y sus personajes están inspirados en los jóvenes revolucionarios que en los sesenta y setenta formaron organizaciones violentas que pretendían subvertir el sistema capitalista, así como protestar por las desigualdades sociales en una atmósfera en la que la guerra de Vietnam era objeto de protestas. Uno de los asuntos que ya entonces abordaba Pynchon era el de la militancia en defensa de los derechos de los inmigrantes que cruzaban la frontera sur para ingresar a Estados Unidos. Los revolucionarios de antaño han dejado la mayoría de sus sueños utópicos, pero la realidad se impone y requiere acción.

Thomas Anderson, cuyo cine siempre ha reflejado interés por las tensiones sociales en su país y la tendencia a teorías de conspiración que polarizan a los estadounidenses, se inspira en el texto de su admirado Pynchon, pero con un margen de licencia creativa y adaptándolo a los tiempos que nos ha tocado vivir. Su protagonista, un ex revolucionario que vive en la clandestinidad, en el pasado se dedicó a liberar inmigrantes indocumentados de centros de detención donde los derechos humanos brillaban por su ausencia. Las secuencias que filma Anderson recuerdan a centros que hemos visto con menores separados de sus familiares y encerrados en grandes jaulas.

Cuando el fugitivo se ve obligado a emprender nuevamente la huida porque está en el radar de un coronel del que logró escapar, al salir de su madriguera vuelve a ver algo similar en una ciudad santuario de California: una red –se traza una similitud con el “ferrocarril subterráneo”, una red clandestina entre 1781 y 1865 que ayudaba a los esclavos a escapar de las plantaciones del sur hacia los estados del norte–, que protege a los inmigrantes de redadas en centros de trabajo donde la mayoría labora a pesar de no tener papeles. Los años han pasado para el derrotado revolucionario que no consiguió cambiar el mundo con acciones violentas, pero descubre que la situación de los inmigrantes apenas se ha modificado, pues siguen llegando en busca de un mejor destino al mismo tiempo que el sistema los persigue sin garantías procesales.

Una parte del argumento de Pynchon es trasladable a los tiempos del trumpismo con sus medidas agresivas contra la inmigración. También lo es a la época de la administración de Barack Obama, cuando las deportaciones batieron récord. Y la película de Anderson, aunque con un aire atemporal que mezcla el thriller con la parodia social, capta ese conflicto permanente entre las políticas establecidas y la realidad inapelable de los flujos migratorios que han conformado el propio tejido de una nación cuya identidad se define por el multiculturalismo que los supremacistas y el movimiento MAGA pretenden sepultar.

Es evidente que el conflicto está más vigente que nunca. Basta con prestar atención a los datos que facilita la organización Detention Watch Network sobre las condiciones de los inmigrantes que permanecen detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). De acuerdo a lo que han publicado recientemente, las muertes en estas facilidades alcanzan la cifra más alta en 20 años. Al menos 20 personas fallecieron bajo custodia de ICE en el año fiscal 2025. Y el último en morir ha sido un inmigrante chino a causa de un fallo cardiaco. Poco antes, un joven hispano falleció en otro centro por complicaciones de un resfriado. Las autoridades apenas dan información a pesar de las denuncias de organizaciones que defienden los derechos de los inmigrantes. Lo que sí se sabe es que en estos centros de detención priman el hacinamiento, los malos tratos y escasa atención médica.

Fiel a su agenda, el trumpismo arrecia con arrestos y redadas mientras sus funcionarios se ven superados por las más de 60.000 personas detenidas en un limbo que vulnera los derechos más básicos. Paul Thomas Anderson resucita en su filme una batalla que nunca cesó y que está más viva que nunca.

Jenchy Suero

Jenchy Suero
Jesús Antonio Suero Castillo (Jenchy Suero), nació en San Juan de la Maguana, catedrático universitario, comunicador y abogado. Ha dirigido diversas entidades profesionales y organizativas de la sociedad, etc. Jenchy Suero, conduce y produce el programa televisivo: “Primera Hora” y conduce “Panorama Social, ambos cada día de lunes a viernes en la televisión de Santo Domingo República Dominicana.

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